La infidelidad no solo perjudica
al engañado, sino también a quien engaña. Muchas veces las personas son
infieles porque necesitan mirarse en un espejo diferente del cotidiano.
En estos asuntos sufren todos. Quizás buscar culpables sea un
poco desagradable. Además también es
posible que el tercero en cuestión sea
una buena persona, pero consintió ser
tercero y aceptó de algún modo estar perjudicando a una persona, y posiblemente
a una familia.
Esta práctica humana produce infinitas grietas del corazón, dando forma a
situaciones que no siempre manejamos con la eficacia necesaria.
Muchas veces, la infidelidad
termina con la relación, y en otras las parejas son capaces de reparar la
relación por sus propios medios o con ayuda de un profesional. En cualquiera de
los dos casos, es importante que cada uno trabaje para asimilar lo sucedido y
reparar los daños causados.
Clr Ernesto Moya
Consultor Psicológico - Psicólogo Social